En representación de la sección de GECA para las Industrias Culturales, Gonzalo Andino acudió el 8 de enero al I Encuentro Andaluz para la Concertación Social y Económica de la Cultura, un encuentro que fue calificado como “histórico” por muchos de los presentes, ya que el gobierno de la comunidad autónoma andaluza, los trabajadores y las empresas estuvieron representados. La Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres, los representantes regionales de los principales sindicatos, Manuel Pastrana Casado, Secretario General de UGT-A y Francisco Carbonero Contador, Secretario General de CCOO- A, así como Santiago Herrero León, Presidente de CEA, fueron los encargados de inaugurar este encuentro y de ponerle cara, nombre y apellidos a unos acuerdos de concertación que suponen un nuevo paso de madurez del sector cultural. Quizás por ello, el término “industria cultural” estuvo muy presente durante toda la mañana.
Tras la firma de los protocolos de concertación, al mediodía empezaron las charlas, conferencias y mesas redondas y la participación del público presente. Cabe destacar el grado de profundización en el discurso que ya poseen los sindicatos y la CEA, que en poco tiempo han creado secciones internas de cultura y han sabido asimilar las principales amenazas del sector: precariedad laboral, falta de formación empresarial, de concienciación empresarial en algunos casos, etc. También han realizado un diagnóstico muy certero sobre la realidad: microempresas, atomización, dependencia de la administración, etc. Desde GECA aplaudimos especialmente que se subrayara como el principal problema de la cultura la falta de financiación, tanto por la escasez de líquido y las demoras de cobro de los servicios prestados, como la falta general de presupuestos acordes a la realidad y capacidad potencial de nuestro sector. También aplaudimos que se subrayara la creatividad y calidad de la industria cultural andaluza, así como el papel determinante que juegan y deben jugar las empresas culturales en este proceso, que no es otro que el de la normalización profesional de un sector que empieza a preocupar verdaderamente a los analistas de la economía y lo social.